FILOSOFÍA,
EL REINO DE LA VERDAD
Cuando
la indolencia, ineptitud o desidia de algún pobre individuo le hace decir: “¡Ah,
eso a mí no importa!, o “eso no me interesa”, ¿para qué me sirve eso?, está
ciertamente filosofando de la manera más pura, acudiendo sin saberlo al debate
eterno al ser o no ser, planteándose
inequívocamente la necesidad de pertenecer a un segmento del saber humano,
trascendente o decadente, productivo o pasivo, conformista o revolucionario.
La
verdad no reposa sino en el reino de la filosofía, así lo entendieron grandes
hombres que dieron su vida por ella, Sócrates, Jesucristo, Bruno, Hipatía,
entre otros grandes mártires del saber, sin duda defendieron esa inexpugnable
fortaleza de las virtudes excelsas, “el
reino de la verdad” contra aquel nadie puede, ni reyes ni emperadores, ni
tiranos y falsos profetas del apocalipsis, en ella se enorgullecen los verdaderos
hombres, políticos, sacerdotes, maestros que han hecho del saber y de la
enseñanza del conocimiento y las virtudes un verdadero apostolado

Desdichados aquellos seres que rechazan este reino y acuden cómplices de la indolencia y la intolerancia, amigos del despreciable vicio de mentir y conspirar, de traicionar y robar, que a nombre de la prosperidad personal pisotean la dignidad ajena y atropellan a otros con desdén, hipocresía y ventaja, que apelando al sentido de la competencia buscan el lucro personal a cualquier costo, aún al de ir en contra de la libertad, la justicia y el reino de la verdad.
Andrés Avendaño Z